De agnóstico a protestante y de protestante a católico y sacerdote P. John Bartunek LC

 

Hace tres meses, con 35 años de edad, fui ordenado sacerdote en Roma, el día de Nochebuena. Para mí fue la culminación de un largo viaje espiritual que me llevó del el agnosticismo y el protestantismo hasta el Catolicismo y eventualmente al seminario. Así es como sucedió:
Crecí en una familia que hacía hincapié en valores como la honestidad y el trabajo, pero no teníamos formación religiosa alguna. Mi madre murió cuando yo era solamente un niño y mi padre desconfiaba de las organizaciones religiosas. Sin embargo, a través de la influencia de mi hermana mayor y de algunos buenos amigos, cuando tenía14 años tuve una experiencia de "renacimiento" en una iglesia protestante, en otras palabras, me convertí en creyente de Jesús y en la inspiración de la Biblia.

Mi padre no estaba muy contento con estos últimos acontecimientos, por lo que después de un corto año de relación con aquella iglesia, tuve que dejarla detrás y me convertí en un cristiano "de incógnito", aún rezaba y leía la Biblia por mi cuenta, pero no iba a la Iglesia.
Algunos años más tarde, me fui a la Universidad de Stanford, cerca de San Francisco, California. Estaba muy lejos de mi natal Cleveland, Ohio, por lo que me sentí libre de practicar la religión que yo quisiera. Así es que una vez más empecé a asistir a la Iglesia.
Mientras estaba en Stanford, tuve mi primer y definitivo encuentro con el catolicismo. Yo estaba estudiando Historia, y mis estudios me llevaron a Europa. Viví siete meses en Florencia, Italia y cuatro meses Cracovia, Polonia. Tanto Italia como Polonia son países profundamente católicos, y mientras estuve ahí, entré en contacto con el arte, historia y fe católicos. A pesar de que mis pastores protestantes trataron de enseñarme que los católicos no son auténticos seguidores de Cristo, mientras estuve en Europa empecé a ver por mí mismo que la Iglesia Católica no solamente está centrada en Jesucristo, sino que es, de hecho, la propia Iglesia que Cristo fundó sobre la piedra de san Pedro.

Durante ese año, empecé a enamorarme de la Iglesia, suena gracioso, pero es cierto, literalmente empecé a sentirme inmerso en ella. Empecé a estudiar la historia de la Iglesia a profundidad. Empecé a rezar el rosario, a asistir a misa… poco a poco Dios me enseñaba el camino de mi vocación, porque mientras más aprendía, más me enamoraba, y finalmente alcancé el punto en el que sentí un deseo profundo de dar mi vida enteramente al servicio de Dios y su Iglesia.
Poco tiempo después, un amigo me dio un folleto sobre los Legionarios de Cristo. Leí la oración por las vocaciones que estaba en la parte de atrás del folleto, una oración escrita por Nuestro Fundador, el P. Marcial Maciel, que resumía todo lo que Dios había puesto en mi corazón. Entonces supe que Dios me había creado para ser su legionario. La oración es la siguiente:
«Concédenos la gracia de tener santos sacerdotes, sacerdotes que vivan de cerca la Eucaristía, con vidas espirituales profundas, que trabajen y sufran pero con corazones alegres; sacerdotes que den cada momento de sus vidas por la salvación de las almas y el triunfo de Tu Reino. Amén».

Leí esta oración por primera vez hace 11 años y, tres meses más tarde, entré al candidatado legionario. Ahora, después de 11 años de formación llena de gracias de Dios, fui ordenado sacerdote y es tiempo de vivir esa oración en mi propia vida, por la salvación de las almas y por el triunfo del Reino de Dios.
Fuente: http://www.vocacion.org

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